30 de agosto de 2013

Se busca compañero

   Siempre me ha hecho mucha gracia el pensar como se conocieron Jacob y Milan. Ambos van a la misma facultad, se mueven por los mismos pasillos e incluso coinciden en alguna clase durante un par de años, pero ninguno repara ni un segundo en el otro hasta que no llega el momento en el que Milan necesita alquilar una habitación. Se supone que ya han pasado seis años desde que se conocieron,y hasta hoy siguen juntos.

*   *   *

     Corría como una exalación calle abajo esquivando estudiantes que, formando corrillos, hablaban de los exámenes o de lo que habían hecho el fin de semana, y de niños que arrastraban sus pesadas mochilas al colegio de la esquina. El reloj que presidía la entrada principal tocó las 9 justo cuando entraba al vestíbulo.     
    -Mierda...,mierda,mierda- mascullaba Jacob.  Aún tenía que subir tres plantas y cruzar al otro ala de la facultad. Era su última oportunidad para aprobar esa asignatura, y si suspendiese por no llegar a tiempo al examen...
     Rechazó estas ideas negativas y comenzó a subir las escaleras de dos en dos. ¡Y todo por culpa del inútil de Andy, su compañero de piso! Justo esa misma noche le había dicho que lo sentía, pero que tenía que irse del piso, que él y Carla habían decidido intentarlo y que en un piso tan pequeño tres eran multitud. ¡Pero si el piso lo había encontrado él! Y qué mejor momento para tener que recoger y buscarse otro sitio que en plena época de exámenes. Estaba tan cabreado que se olvidó de poner el despertador.
    -Bueno, ahora preocupémonos del examen - exclamó en voz alta mientras pasaba delante de un grupo de chicas que rieron al verle hablar sólo. Al llegar al último descansillo paró a tomar aire. Le dolía el costado del flato y empezaba a ver motas rojas delante de los ojos. Tomó aliento y continuó con la carrera. Alcanzando al fin la esquina del pasillo que daba a su aula se permitió mirar el reloj un momento. 
  -Aún no es muy tard...... 
   Iba tan rápido y distraido que no se fijó en que el suelo estaba fregado. Derrapó al girar, cayó al suelo, recorriendo tirado lo que le quedaba de pasillo hasta chocar contra la puerta. Sin pensar en lo ocurrido velozmente se puso en pie y entró.  Toda la clase, incluido el profesor, estaban mirándole. ¡El golpe debía de haber sido monumental para que todos lo hubiesen oido!
  -¡Perdón por el retraso!- se disculpó colorado de la vergüenza -Es que he tenido un problema con...
  -No pasa nada...- contestó el profesor pasándole el examen y mirándole de arriba abajo sonriendo "¿qué aspecto tendré?".
   Con el examen en la mano y la mochila colgando encontró un sitio detrás de un absorto chico de pelo color cenizo. Durante la hora que siguió se concentró en el examen. No era tan difícil como esperaba o es que tenía demasiadas ganas de quitárselo de encima, el caso es que lo terminó pronto, lo entregó y se sentó de nuevo a esperar que terminasen los demás. Sin nada que hacer, se dedicó a observar a su compañero de delante. Llevaba el pelo recogido en una coleta, lo que le permitía ver como desaparecía la fina línea de su cuello en la camiseta. Tenía una espalda delgada y unos hombros bien formados. En un momento dado, se giró a mirar por la ventana y pudo ver su perfil. Tenía una graciosa nariz griega y pudo entrever unos ojos claros, como malvas, antes de que se girase de nuevo.    
   -Bueno, ya he tenido demasiado por hoy-, se dijo a sí mismo mientras sacaba un libro de la mochila y se ponía a leer.
    Por fin tocó el timbre y con él se alzaron las voces y las risas. Sólo tenían cinco minutos hasta la siguiente clase para despejarse.
   -Hey, Milan,- oyó que alguien hablaba delante. -¿Qué tal el tipo de ayer?
   -Está esperando a que le salga curro,no sé con qué pensaba pagar... ¡No me puedo creer la mala suerte que tengo! Entre éste y el que me quería pagar con los que sacase de lo que robaba...
   -Chico, es que se te ve demasiado bueno. ¡Eres un imán para los problemáticos! El próximo que pregunte por la habitación puede ser un asesino loco.
    Jacob levantó la vista del libro.
    -¡Vete a la mierda,Ian!-, el que hablaba era el chico al que había estado observando. En ese momento reía con otro que se sentaba encima de su mesa.
    -Perdona, ¿alquilas una habitación?-le preguntó Jacob interrumpiéndolos.
    Los otros dos se giraron y le miraron con cara de asombro y recelo.
   -Ehh,sí- contestó el muchacho.- En una buhardilla. Es pequeña, pero está cerca de aquí y tiene una buena terraza.
   -Pues puede que me interese. ¿Puedo verla esta tarde?
   -Mmmm, claro- Jacob vió que el chico dudaba unos segundos y notó como a sus espaldas el amigo le hacía gestos, pero finalmente pareció ignorarlos.- Si quieres nos vemos luego en la puerta a las 7.
   -A las 7, de acuerdo. Por cierto, soy Jacob- añadió tendiéndole la mano, mientras entraba el nuevo profesor.
   -Y yo Milan,- se la estrechó ofreciéndole una preciosa sonrisa. Se sentó otra vez en su sitio, pero al segundo se volvió de nuevo para dirigirse a él.-Perdona, pero no sé si sabrás que te está sangrando el labio.- Parecía divertido.
   Jacob asombrado se miró en el reflejo de la ventana. Efectivamente, tenía el labio partido, y no sólo eso.   Llevaba toda la camiseta manchada y los pelos despeinados. Con las prisas no se había dado cuenta que la caida había sido peor de lo que esperaba, y comprendió las miradas de asombro de toda la clase, así como las dudas y reticencias de Milan y su amigo.
   -¡Sí que parezco un loco asesino!,-exclamó. Y delante suya Milan rió.

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